Solamente un inmortal
Bien, de mi última publicación, surgieron, (según me indica la persona que se encarga de todos los asuntos tecnológicos), ciertas inquietudes. Se recibieron muchos correos y mucho tráfico, que, en el ámbito digital no podría decir que sé de qué se trata. El punto es que, de alguna manera, muchos de los que me leen preguntaron algo que, si bien me causó un gesto risueño, es muy comprensible que tienda a interpretase de esa manera.
Lo preguntaron de muchas maneras, en algunas agradezco el intento de ser diplomáticos, pues, es una bandera de respeto. Sin embargo, un ser en mis condiciones, prefiere las formas más directas en términos de interacciones. Por ejemplo, una persona más sutil preguntó: ¿Padeces un trastorno de Licantropía? Esta pregunta trajo muchos recuerdos a mi memoria, pues, hacía mucho tiempo que no la escuchaba, o la veía escrita en tiempos actuales.
Licantropía
La Licantropía es una muy antigua palabra, ya evolucionada en esta época, aunque ahora tendría dos significados, el mitológico y el clínico. Desde que nací, en mi cultura natal, ya se conocía la Licantropía, no con ese nombre obviamente, pero, al final era lo mismo, humanos transformándose en hombres lobo. A lo que me refiero, es que uno de los mensajes que se me hizo llegar, luego de un amable y elocuente saludo decía: ¿eres un hombre lobo?
No, no lo soy, no padezco Licantropía, no soy un hombre lobo, vampiro o todas esas leyendas que ustedes conocen (leyendas muy reales, por cierto). Es curioso recibir estas preguntas, porque me facilitan encauzar mis crónicas, es decir, ¡Relatar mi propia leyenda! sin un orden predeterminado o cronológico, tal como determiné hacerlo desde el principio.
La Licantropía Clínica es más general y científica objetiva, ésta trata de humanos que alucinan con miedo y/o gozo, donde se ven a sí mismos transformándose en un lobo (lo que es más frecuente), o en algún otro animal. Y bajo estas premisas, debo decir, para iniciar… no soy un humano, soy un inmortal, y desde ahí, estas prácticas teóricas ya no tienen aplicación en mí. Soy un muy longevo inmortal y si bien, he desarrollado muchas habilidades desde mi segundo nacimiento, es decir, desde que pude ver con mis ojos de inmortal, no sufro cambios físicos cuando estoy de casería y devoro una presa arrancando su carne con mis dientes de su aún tibio cuerpo.
Y aunque lo anterior tenga tonos de terror, y he de decir que en algún momento también lo tuvo para mí, después de mucho tiempo, comprendí que esas características, son parte de mi instinto, no puede detenerse. ¡Claro que me convierte en un animal!, soy un animal por instinto, un cazador por deleite y un depredador por naturaleza.
Un deleite
No sufro cambios físicos cuando siento la sangre de mi presa gotear por las comisuras de mis labios y bajar por mi pecho, diría que es una parte muy deliciosa, como parte del trofeo de mi cacería, y aunque lo hago tal como un animal, considero importante mencionar que, ciertísimamente, lo disfruto aún más de lo que puedo describir. Puesto que mi motivación no es solamente el hambre, sino también, complacer muchos de mis sentidos y mi insuprimible instinto asesino, y aunque no me llena de orgullo esa palabra, es así, instinto asesino, que como lo he dicho antes, me ha llevado a cometer atrocidades…pero, ¿en realidad son atrocidades?
Os hablaré mucho más sobre mis sentidos y poderes, sin embargo, quise aclarar el tema de la Licantropía antes de llegar a la médula de este escrito, o sea, la parte de leer más difícil para algunos. Ciertamente hablé sobre comer carne humana en el anterior escrito “Mis Sentidos” (escrito que está muy incompleto aún). Sin embargo, hice énfasis en algo muy importante, parafraseando un poco, dije que engullo la carne de aquellos que lo merecen, y que disfruté de su dolor, y lo sigo haciendo, cuando algún desafortunado tiene el mal destino de hacer algo lo suficiente malo para despertar mis gigantes y ponerse a mi alcance.
Es complicado hablar abiertamente del tema sin que mis lectores emitan juicios, aunque eso no me importa mucho, espero seguir algunas reglas sociales que permitan a estas crónicas llegar más lejos, por lo que te explicaré esto con una pequeña anécdota, que no engloba todo mi actuar ante la carne humana, pero puede darte una pista del por qué lo hago.
No son solo leyendas
¡Leyendas muy reales! Eso escribí hace un momento, sé que quieres saber de qué hablo y no te dejaré con la duda, no es mi intención. Es hilarante, pero, es fácil y complicado a la vez, fácil porque no necesita mucha explicación, he conocido aberrantes seres, espantosas bestias, que por poco parecerían un lobo, más bien monstruos devoradores sin consciencia de lo que hacen, buscando matar cuantos humanos puedan en ciclos de tiempo cual relojes. Bestias que en realidad parecen una fusión de animales con humanos, siendo ambos seres irracionales de la más oscura bajeza.
La parte difícil de explicar esto, es que nunca supe su verdadero origen, digo, porque ni siquiera estoy 100% seguro de la fuente de mi propia condición, ¿Cómo podría estarlo respecto a estos seres? A pesar de tus creencias religiosas, que, poco me interesan, he podido ver y palpar una verdad no apta para todo público, aunque experimentable en niveles subliminales, sean estos en estados conscientes o no. Lo que intento decirte, es que hay un mundo paralelo y a veces cruzado con el nuestro, al que llamamos “mundo físico”.
Hablo de un mundo que tiene interacciones y puertas a otros universos, y en este caso en particular, justo inmerso en el nuestro, o al revés. Inevitablemente, tiene efectos fuertes y palpables en el nuestro, como cuando alguien asevera haber visto un fantasma, o simplemente haber experimentado algo que no fue ni lógico, ni posible, podría tratarse de algo así.
El mundo de los demonios
Algo que tengo muy claro es que, hay un universo muy cercano al nuestro, en el que habitan seres que adoran vivir dentro del cuerpo humano, ellos no tienen una materia palpable, son seres hechos de energías que nadie aquí comprende, con motivaciones aún menos comprensibles. Los humanos se hicieron expertos en seguir los susurros de estos demonios, llamémolos así, los cuales siguieron a pie juntillas todos los deseos de ellos, y las puertas de esta tierra, les fueron abiertas de par en par.
En este punto, es necesario que entiendas que esto no es solamente una cuestión de perspectivas, si bien, muchos de los que me leen, habrán tenido encuentros con cosas inexplicables, siguen viviendo sobre una superficie muy por arriba de la obscuridad que esconde este mundo… ¿y qué decir del otro mundo? O del otro lado, como le llaman muchos. Lo que quiero decirte es, en simples palabras, que no tienes idea de lo que este mundo ha visto y mucho menos, de lo que aún alberga.
Estas puertas abiertas, permiten que seres mucho más poderosos que cualquier humano como ustedes, crucen a este plano, que arremetan y hagan, con todos los que se dejan, lo que se les antoje. Es probable que yo emita algún tipo de energía que sea captada de manera distinta a estos seres, y digo esto, mientras me dirijo a una anécdota, que contaré con restringido detalle, para no arruinarle el estómago a más de alguno.
Mi damita de queso
Era el año 1137, y lo recuerdo bien por ser el año en que Luis “El Joven” ascendió al trono. Yo vivía en un bosque de Sena Marne, en Francia ¡era perfecto! era el contremaítre o caporal de las tierras de un influyente noble francés –nombre reservado- me permitía ganarme la vida en paz y mantener un perfil bajo. Pasé varios años en ese lugar, en paz, viviendo simplemente, pero, en algún momento comenzaron bastantes rumores de algo raro. Animales destrozados y semi-comidos y uno que otro granjero, viajeros, y el caso de una jovencita que me llamó mucho la atención.
Esta jovencita, amablemente me obsequiaba quesos preparados por ella y su familia. Sé por su olor que yo le atraía, y pues a mí no me era indiferente, ninguna dama hermosa me lo fue nunca. Ella y su familia se dedicaban a fabricar quesos, vivían de eso, y pues yo recibía constantes regalos de esta damita que por más que intente, no puedo recordar su nombre, lamentablemente.
Ella apareció inusualmente lejos de su casa, luego de un par de días desaparecida. Sus padres organizaron una búsqueda, en la cual, gustosamente participé, cuando ella no volvió a casa. Siguiendo su aroma, fui yo quien la encontró, y es aquí donde no entraré en detalles, por respeto a la memoria de la damita, y por respeto a tu estómago. Lo que quedaba de ella ya olía a muerte, no había ninguna señal de ataque de índole sexual, pero, había algo que nadie podía notar, y que por razones muy personales, pero justas, yo no podía decir. Había en ella un olor extraño, algo nuevo, pero deducible.
La bestia
Verán, los humanos, en medio de todo el arcoíris de olores de horror, tienen una firma inconfundible que los identifica como humanos, el olor que yacía sobre la damita, era de un humano, un humano con un exagerado nivel de feromonas pero estas no eran humanas, eran muy similares a las de un perro grande, en síntesis, mi damita de queso, olía a como si un perro y un humano la hubiesen atacado al mismo tiempo, de hecho fue lo primero que pensé, eso la convertía en una escena con una explicación bastante lógica ¿no?
Por supuesto, todos pensaron de inmediato en el ataque de algún oso o alguna manada de lobos, y habría tenido mucho sentido si su carne hubiese sido devorada por completo, pero la escena era diferente, era claramente un ataque, ciertamente sea lo que hubiese sido, comió de ella, pero no era lo que una escena real de animales habría dejado. Algunos lo entendieron así y la hipótesis de un hombre con perros nació y cobró fuerza …” el asesino de los perros” le llamaban.
Lo cierto es que la verdad nunca es tan simple… las feromonas, no eran las de un humano, pero tampoco las de un perro. Las huellas eran extrañas, y no había huellas humanas, la verdad nunca es simple…eso que mató a la damita no era un hombre ni un perro, ¡eso que mató de tal manera a la damita, era las dos cosas en una sola! Y aunque no era mi primera experiencia con demonios de estos, me sorprendió reencontrar a otra criatura semejante.
Los militantes de la corona que habían sido enviados, dijeron que seguramente había por allí un asesino suelto, y su modus operandi era obvio, atacaba con un perro quien sabe por qué razones. Los cabellos encontrados sobre la damita (los cuáles, guarde un poco para mi), no eran de un perro, aunque todos pensaron eso, esos pelos eran otra cosa, “esas cosas” que me causan ese tipo de reacciones en las que pienso ¿en qué me metí ahora? Como dije, ya antes conocí otro de estos casos, pero, esta vez me tocó el alma, si es que tengo una.
La búsqueda
Con el olor al humano frescamente colocado en mis sentidos, y un trozo de la ropa de la pequeña, esa damita bella que me regalaba de sus quesos y cariño, con eso, podía comenzar a rastrear al asesino… ¿a qué le temería?, para ese entonces tenía cerca de 1,400 años de edad, mis poderes ya habían aumentado, y no solo eso, sino que también había adquirido la capacidad de controlarlos a entera voluntad, mucho más de lo que alguna vez imaginé. Inicié haciendo un pequeño mapa de los cadáveres, resulta que estas criaturas pierden la astucia en su estado bestial, por lo que las ubicaciones serían una pista muy valiosa.
El mapa mostraba un patrón en medio circulo, toda la parte externa sería mi área de búsqueda, esta estaba a unas dos horas de caminata en el bosque. Recuerdo perfectamente ese día, me preparé con cuchillos y una lanza como las que ocupaba en mi antiguo Egipto. Mi alma ya estaba envenenada con ese dulce y frío platillo, inevitablemente ya había probado el dulce sabor de la venganza, y yo iba en su búsqueda esa lúgubre noche.
Debo decir, sin orgullo, pero, sin arrepentimientos, que después de la primera vez que yo, Azza, tomé venganza, se volvió un incontrolable vicio, vicio que me persigue hasta el día de hoy.
Partí de las tierras que cuidaba a eso de las 16:00 hrs, por experiencia sabía que estas bestias del demonio solamente cazan de noche, duermen en el día, intentaba tener una ubicación con la noche entrando. La verdad me fue muy fácil encontrar al maldito, una cabaña, en medio de la nada, y aunque era muy común en esa época, sentí desde muy lejos la peste de la bestia, y mientras me acercaba, también sentía rastros del aroma de mi niña, mi damita, la que siempre tenía ese dulce aroma a mujer y a ella, también, un peculiar aroma a queso. La bestia tenía el olor de sus víctimas.
Me acercaba, entre tanto que mi sangre hervía casi al paso en el que estaba más próximo, mis instintos despertando y ese fuego dentro de mí, ¡esa cosa inexplicable que clama sangre! ¡sangre de la venganza! Ya obscurecía, pero cuando estoy cerca de la batalla, mis sentidos se agudizan aún más, mis ojos me permiten ver cual si fuese de día, con resplandor, incluso los fluidos corporales. Me acerqué a la cabaña, una choza más bien, y observé al maldito entre un par de maderos, yacía sentado en el suelo cubierto de paja, con su rostro atemorizado, él esperaba su transformación, su posesión, él lo sabía.
No lo pensé mucho y me apresuré a entrar, irrumpí violentamente y luego de vociferarle maldiciones, estando a punto de saborear su asquerosa carne, la bestia emergió, en un grito de dolor, el hombre comenzó su transmutación. Yo sabía que, si le dejase terminar de cambiar, me sería más difícil el combate, rápidamente me deshice de mis ropas (siempre enfrenté desnudo a mis enemigos, a los de ese tipo al menos…ellos también lo hacen) y cuál felino, me lancé sobre él, quien se encontraba en posición fetal viéndome con hambre mientras sufría su metamorfosis.
Pensando que tenía unos minutos aún, le dije claramente que estaba ahí para vengarme, mientras le sostenía el rostro frente al mío, y que comería su carne, y que su corazón calmaría mi alma, le pedí que pidiese la absolución, pues, no había marcha atrás, le dejé claro que moriría, específicamente por mi niña de queso, y que yo me deleitaría bañado de su sangre.
El enfrentamiento
Bien…no sé si hablé más de lo que creo, o tenía menos tiempo del que pensé, pero la criatura tuvo la fuerza suficiente para hacerme volar y atravesar por completo una de las paredes, el maldito me golpeó con tanta fuerza que me dejó sin aliento unos segundos. Es necesario que sepan, que mi peso no es bajo, prometo que haré una descripción física propia, ya os lo he prometido antes. Hago énfasis en esto porque, no sería nada fácil lanzarme por los aires de tal manera con un golpe, esa bestia era extremadamente fuerte y yo había tardado en reaccionar.
Cuando he logrado ponerme de pie, era tarde, la bestia yacía delante de mí, listo para devorarme, dos metros o un poco más, ojos encendidos en fuego, grueso pelaje y las fauces de un dragón, no era parecido a un lobo, era simplemente una bestia con su propia forma… y yo había dejado atrás mis armas. Rápidamente tomé un trozo de madera restante de mi atravesar por la choza, me cubrí el rostro y la bestia mordió el madero.
Ciertamente fue un combate muy desigual, la bestia era demasiado tonta, mientras mordía el madero, y sin mucho esfuerzo, me lacé a su pescuezo y mordí fuerte y profundo, desgarré su tráquea y tal como lo advertí, me bañé en su sangre, el maldito forcejeó con mucha, mucha fuerza, ¡el desgraciado tenía la fuerza de diez hombres al menos! Mientras esto sucedía, la bestia volvió a ser hombre y vi el terror en sus ojos… lamentablemente, es ese terror el que me alimenta, olí su miedo y comí de su carne mientras observaba su rostro horrorizado, saqué su corazón con mis manos y aún caliente, comí de él.
La exclusividad de la venganza
La venganza, ciertamente no es dada a todos, no todos tienen el poder y la solvencia para tomar venganza, y no digo que yo la tenga, hablo de la solvencia por supuesto, el poder si lo poseo, es solo que vengar al inocente, inocentes como mi damita de queso, gracias a mi poder, es lo único lógico en todo esto. ¿Para qué otra cosa que valga la pena he utilizado mi tiempo y poderes? ¿Para crear fortuna y perderla, una y otra vez?
Entre todo lo que he hecho, la venganza bien fundada, la venganza, dulce vendetta, esa es exclusiva para seres como yo. Es ahí donde mi gusto por la carne humana radica, la carne humana más deliciosa huele a miedo, y sabe a arrepentimiento.
Este relato me provoca mayor intriga… La descripción física de Azza será crucial para este tema. Si su aspecto no es de un animal y no sufre transformación física para atacar, ¿cómo su fuerza y sus dientes pueden derrotar y devorar a bestias como las que describe?
El tema de la venganza también me causa muchas inquietudes. No me parece que sea su único propósito… Espero que no.