A. A. انا اشكر
¿De quién es la venganza?
¿A quién corresponde la venganza? ¿Quién tiene la solvencia de tomarla, de hacerla suya? ¿Se trata de solvencia, o en realidad, se trata de poder? ¿o la impotencia de hacer algo al respecto no? Claro que me habéis juzgado por un par de cosas que os he contado, ¿Qué tal si supieseis más? Seguro contaré muchas más historias, muchas más de esas veces en las que me bañé con la sangre de los que no tuvieron misericordia del débil.
Un muy famoso grito templario, un credo, era: “¡El que es fuerte, proteja al que no lo es!”, me sobra fuerza, sobran los débiles y sobran malditos que deben pagar, entonces dime… ¿debo quedarme inmóvil si tengo el poder de hacer algo al respecto? Es una pregunta real, yo no conozco la respuesta, mi corazón dicta venganza y mi consciencia grita arrepentimiento. ¿Con cuál de las dos me quedo? Talvez con las dos.
¿Cómo explicar el sabor de la carne sumergida en el olor del miedo? Es sabroso simplemente, es un platillo que se sirve frío, tal cual la venganza es. No se trata de sabores y olores, se trata de tener el poder, el poder sobre tu enemigo, el poder de tomar venganza.
Es solamente una cuestión de poder
Por algún tiempo viví como un humano mortal, como uno más de ustedes, es un recuerdo que atesoro mucho, es en mi opinión, lo único que consigue cierta cercanía entre su raza y la mía, aunque solamente sea un recuerdo y aunque no sé si alguna vez fui mortal, -ya sabes, solamente he teorizado al respecto- pero gusto pensar que sí lo fui, gusto pensar que en realidad vi con ojos de humano.
Gusto pensar que sí, en realidad sí tuve la impotencia, la falta de fuerza y valentía, de destruir lo que me pareció malo…es poco lo que puedo recordar, ¡es más! No sé si alguna vez, si alguna vez no tuve el poder de hacer lo que quisiese, a quien yo quise.
¿Un poco de moral?
Espero que no entiendas mal mi mensaje, porque, aunque sé que probablemente soy una aberración de la naturaleza, o cuando menos un error de la creación, reconozco muy bien la diferencia del bien y del mal. Sé que he hecho muchas cosas que les sería difícil de entender como buenas, incuso para mí, es difícil entenderlas así, porque, en algún punto, una parte de mi alma se siente arrepentida.
Trato de pensar, trato de enmascarar el sentimiento, ¿Cómo sentir lástima por una bestia de ese tipo, en los cuales cobro mi venganza justa, según yo? Podría sentirla por su condición de bestia solamente, pero, no justificaría en ningún momento sus actos. Tal vez mi sentimiento sea pena derivada de la condición de un ser que, si bien es un descarrío de la naturaleza, en muchos casos no pidieron serlo y tal como yo, nacieron así, y si así lo buscaron –lo que es muy común- entonces no tendré pena, ni piedad por ellos, y juro por mí mismo que no la tendré, pagarán, y muy caro.
El pecado de las bestias, el error de los inocentes
Monstruos y asesinos que manchan sus manos y sus fauces con la sangre de criaturas inocentes, de sangre inocente como mi damita… ¿qué mal había hecho esa dulce pequeña? ¿Qué tan grave podría haber sido su pecado? ¡No!, ¡no!, ella no lo merecía, ¡por mis años que no lo merecía! Era dulce, era amable, traía honra a sus padres, una virgen de pocos años que solamente hacía trueques con queso, sin educación y sin intenciones maliciosas, solamente una inocente damita.
Un pequeñito ángel que iniciaba su vida… ¿Qué tan grave podría haber sido su pecado?, ¡ninguno! ¡no había nada malo en ella! ella era pura, su corazón y su alma eran inocentes, ella no podía siquiera imaginar que tales males habitaban ya en este podrido planeta ¿Cómo podría haber tenido cuidado siquiera? …jamás tuvo la oportunidad, no tuvo el poder de defenderse, no tuvo el poder de evitar su muerte, y no tuvo el poder de hacer algo, aunque fuese mínimo al respecto, ella fue débil.
El error de mi damita de queso, su error fue cruzarse en el camino de aquella bestia, su pecado fue extraviarse un poco en el bosque, su gran maldad fue desviar un poco su camino, y estar al alcance de las fauces de aquel maldito, su desdicha fue, ser débil, no poder defenderse y no poder hacer nada al respecto.
El grande, ¡gravísimo error del maldito! el fin de aquella bestia, el catalizador de su muerte, fue tocar a esta criatura inocente, el grave error de este fantasma del bosque, fue dañar a ese pequeño ángel que me regaló un día, mientras pasaba a mi lado, con gran suavidad, como colirio en mis ojos, ella mi pequeñita, le regaló a este viejo inmortal, una muy dulce sonrisa, una suave y cálida sonrisa, acompañada de rojez en sus mejías, que sin ella saberlo y sin yo entenderlo, me regaló un sentimiento cálido y sincero del corazón, que me significó un rocío puro del cielo.
Una plegaria, un juramento
Esa sonrisa, su amabilidad, su inocencia le bastaron para tenerme, para domar al animal, para tener una bestia de su lado, pero esta bestia no estuvo cuando me necesitó. ¿Qué soy entonces?, ¿Un castigador? ¿Seré entonces una extensión de la mano de la venganza de mi Señor? Si pudiese comprobarlo, tendría mucho sentido, y lo acogería con gran gusto, ¡con todo el placer del mundo! abrazaría a mi pecho esa encomienda.
Entonces no viviría ahora escondido, observando desde las sombras, huyendo de los demonios de mi pasado, los que me atormentan, ¡no! yo cazaría de noche, fuera del bosque, fuera de la selva, no cazaría entonces para alimentar mi estómago, cazaría entonces para saciar mi sed de sangre maldita.
Cazaría al final de tu calle
Cazaría en la selva de cemento, cazaría entonces en las sombras de sus puentes y edificios. Si esa encomienda me fuese dada claramente, acecharía yo, desde los pórticos de sus casas, y comería el corazón de todos aquellos que tienen sus manos manchadas con la sangre de los inocentes.
Me bañaría entonces con la sangre de los malditos de tu mundo, y créeme, son muchos… ¡oh que gran banquete tendría todas las noches! Piensa por un momento en tu ciudad, piensa en los malditos que han cruzado tu camino y multiplica su maldad por el infinito, y por un número mucho mayor, y entonces tendrás una vaga idea, solo entonces tendrás un leve bosquejo de la maldad que en ellos reina.
Súplica por la liberación del animal
Si es que soy una extensión de la mano de tu venganza mi Señor… estaré eternamente agradecido si me lo hicieses saber, si me liberas, si liberas al monstruo que creaste al darme por nacido, al traerme a este mundo, ¡Libérame oh Señor! ¡Hazme libre! Y juro, juro que jamás saciaré mi hambre de justicia, juro que jamás será suficiente, juro que cumpliré el propósito.
Libera, oh mi Señor, a esta bestia de su jaula, libera, te suplico, rompe los grilletes de mis manos, las cadenas de mis pies, abre esa jaula y déjame salir, déjame ser la mano de tu venganza… yo no fallaré, ¡yo no me atrevería a fallarle mi Santo!
Talvez sea yo demasiado tonto y joven aún para poder ver la verdad detrás de todo, es probable que esta súplica haya sido ya resuelta pero cuanto más crecí, cuanto más aprendí, más entendí que me encontraba muy confundido, cegado por mis fantasmas. ¿Cómo ver entonces la verdad?
¡Si la venganza fuese mi propósito!
¡Si la venganza fuese mi propósito!, no daría mis rodillas a la tierra, nunca fallaría. Con mi olfato perseguiría a todo aquel que lleve el olor de sus víctimas, correría tras todo aquel que en sus ropas tenga la esencia del débil. Con mis oídos, escucharía desde muy lejos, como alardea sus cobardías, con mis ojos, con mis ojos nocturnos le vería pasar en la oscuridad y le acecharía, le acecharía como un león a una oveja, ¿Qué oportunidad tendría la oveja?
¡Si la venganza fuese mi propósito! Entonces yo, Azza, Azza el inmortal, con mi fuerza les atacaría, con mi poderosa mandíbula desprendería sus carnes y les vería sufrir mientras los desuello vivos. No fallaría en mi propósito, jamás lo haría, nadie podría jactarse de detenerme, no existe arma humana capaz de frenar mi ira, no existiría nada que fuese capaz de desviar mi mirada de mi propósito.
Antiguo Rezo
Esta es una ancestral plegaria, un rezo que he repetido por cientos de años y es que, en realidad, sé que hay más en mí, hay más poder en mi interior, atado, restringido, sometido, y es que, desde hace mucho, mucho tiempo, sé que estoy listo para tomarlo en control.
Mis ojos han visto tanto mal en este mundo, a través de tantas generaciones, unas peores que otras, he visto tanta inmisericordia, injusticia y sangre débil e inocente regada por el suelo impunemente y sin ningún sentido. Siendo tan poderoso como lo soy, ¿Cómo podría no estar hambriento de venganza?
Lo cierto es, que no he sido declarado, no he recibido una expresa autorización ni dado de alta para ejecutar lo que mi instinto dicta. Piensa por un momento, piensa que tienes el poder de arrasar con los asesinos…si, con ese que terminó con la vida de tu hijo, con la de tu hija o la de tu esposa, piensa que puedes hacer algo al respecto, imagina que nada podría detenerte y que ese perro no caminaría impunemente, con vida, disfrutando recordar las cosas que hizo.
¿Eres bestia o respuesta?
¡Ya basta de juzgarme! Piénsalo, sé que te duele, pero piénsalo ¡lo necesito! tal vez la respuesta que espero vendrá de ti, probablemente tú seas el instrumento por medio del cual, mi Señor dirá, “Te dejo libre, ahora tú, libera al oprimido, protege al débil”.
Ansío esas palabras, ansío tener esa señal, mi bandera roja, mi declaración de guerra. Sé que la liberación llegará, no hay más motivos por qué esté yo aquí, y sí que he tenido mucho tiempo para pensarlo. Y sé fehacientemente que, si tú, si tú eres una de estas bestias, tú morirás con horror, de la peor manera, con la experiencia de un antiguo inmortal, en mis manos…en mis fauces. Y si tu propósito y deleite es ser esa bestia que se aprovecha de la inocencia y de la debilidad, pídele al diablo, quien debe ser tu guiador, que no te vaya yo a encontrar. Porque si lo hago, desearás con todas tus fuerzas, ¡¡¡jamás haber nacido!!!…