Skip to content

La Tortura Primera Parte

Las tonterías de un viejo

Con lo despistado y despreocupado que suelo ser, es de asegurar que esto que recién me sucedió no te extrañará, bueno, al menos espero que te saque algunas risas más de las que me sacó a mí… en realidad no me hizo sonreír mucho, bueno, para ser honesto contigo, esto no me hizo sonreír en lo absoluto.

Según mi joven amigo, el “Administrador”, me lo advirtió lo suficiente como para que yo no fuese tan tonto o terco de cometer tal error, sin embargo, no logro recordar que mi fiel amigo haya mencionado una sola palabra al respecto. Seguramente lo hizo, él no se atreve a mentirme y cuando lo hace, normalmente es una broma para tentar mis sentidos.

El toque de queda

Sucede que en la región donde habito, han decretado un toque de queda, lo que significa que no puedo circular por las calles, como un pendejo, en un determinado período de tiempo.  Me reservo el derecho de decirte los horarios para evitar que se tenga una mínima sospecha de mi posible área de residencia.

Vivo a un par de horas a pie de la ciudad más cercana, vivo bastante aislado, ya un poco dentro de la selva es donde mi casa está edificada. En mi olvido, decidí caminar a la ciudad y ver como se desarrollaba la vida en estos tiempos de pandemia, y a surtirme de algunos artículos que utilizo para hacer reparaciones a mi casa y mantener en buen estado mis vehículos y otros artilugios sin importancia.

Caminaba yo por calles bastante desoladas, me pareció relajante, de hecho, no tener que soportar la pestilencia que se desborda de la muchedumbre, como es usual.  Cuando de pronto, un oficial de policía se baja con gran rapidez de su vehículo, acompañado por su pareja de trabajo en las fuerzas del orden ¡y arremeten en mi contra!… pues, no soy tan tonto, todo cobró sentido de inmediato.

Caminaba yo tranquilamente sin darme cuenta que estaba violando la ley de circulación en horario restringido por el toque de queda  ¡fui arrestado inmediatamente! Un agravante a esta situación fue que no portaba ningún documento que me identificase con el nombre que ahora usurpo. Estos caballeros solamente cumplían con su deber y lo hicieron bien, no me opuse al arresto pensando: ¿Cómo es posible que sea tan idiota? ¡Vamos, no hay nadie en las calles y todo se encuentra cerrado!

Lo único que me produce un poco de temor es que se descubra que usurpo el nombre de un fallecido y que utilizo documentos falsos, es por eso que, aunque les sea difícil creer, encontré hace ya varios años, un abogado que se ocupa de esos asuntos sin hacer preguntas, le interesa la paga solamente, y se imaginará quién sabe que cosas cuando le digo cada cierta cantidad de años que, debo cambiar de nombre o nacionalidad. En una ocasión me ayudó a… ¡no, no! Eso será otra historia.

Pude haber manipulado los frágiles sentidos de estos oficiales de la ley, pero me habría sentido culpable de impedir que se hiciera justicia cuando era yo, quien obviamente, estaba quebrantando una orden superior, de forma que, decidí afrontar mi castigo, fuese cual fuese con estoicismo.

La celda

Estando en prisión, se me concedió una llamada como lo permite la ley en la mayoría de países, ¡por supuesto que no podía recordar el número de mi fiel y joven amigo o el del abogado que se encarga de esos extraños asuntos! Un muy amable oficial de policía, preguntó si tenía algún problema, ¡no recuerdo el número de mi familia! –le dije- se ofreció de inmediato a ayudarme a contactar a alguien buscando su nombre en la internet.

De inmediato le di el nombre del “Administrador”, quién se puso en contacto conmigo en la estación de policía, soltó unas risas y luego de disfrutar tanto diciendo “te lo advertí”, se encargó de comunicarse con el abogado quién también se encarga de mis asuntos financieros. Pagó mi fianza y salí de regreso a casa a la mañana siguiente.

Fui encerrado en una hermosa celda con un par de borrachos muy graciosos y un tipo que al parecer había robado quien sabe qué, de una estación de combustible… fue una noche divertida, compartí una agradable charla con estos sujetos, ninguno despertó ningún instinto depredador en mí, por esa noche, fueron mis amigos.

He vivido muchas guerras, he sido un guerrero toda mi vida y he de decir que conozco bien lo que es un toque de queda militar, en todos ellos, cualquiera que fuese visto en un horario prohibido, créanme, ¡era hombre muerto sin dudas! ¿una celda con personas agradables que solamente huelen mal? ¡Eso son vacaciones!

¡Oh, sí! qué contraste tan desigual, era tan diferente que no pude evitar recordar lo que sucedió luego de la muerte de mis amados, cuando los soldados fueron al Nomos a buscar el Sunnu desaparecido y aunque fue una agradable velada en prisión, parte de la madrugada la pasé reviviendo viejos recuerdos, antiguas cenizas de un fuego extinto que aún, siendo cenizas, duelen como el mismo fuego ardiente.

Una era muy diferente

Luego de aquel trágico y doloroso suceso, en que mis nueve amadas almas trascendieron, dejando atrás sus cuerpos, fui llevado por varios soldados del ejército de Filométor, soldados enviados a investigar la desaparición del Sunnu, el cual asesiné por venganza junto con muchos otros más.

El profundo dolor por la pérdida de mis amados persistía, mi duelo apenas iniciaba y sumado a esto, el alboroto en mi mente, ese turbulento péndulo de sensaciones que no podía explicar, mis pensamientos, tal como la brisa cambiante, oscilaban entre mi perdida, mi dolor, mi duelo, y esas cosas nuevas que estaba sintiendo.

¡Matadme! ¡matadme por piedad!, esas fueron mis únicas palabras. Aquel soldado, me levantó del suelo y ató mis manos con una soga a la barriguera de aquel inolvidable caballo gris, y emprendimos un largo camino hacia la ciudad guerrera de Teesap, donde los soldados de Filométor entrenaban y reclutaban jóvenes egipcios para unirlos a sus filas de armada.

Probablemente sea por el profundo cambio genético que experimentaba, o simplemente una situación derivada de las nuevas malditas sensaciones, o por el dolor mismo, pero, no puedo recordar mucho del viaje. Puedo recordar que fui maltratado en el camino, era interrogado entre burlas y un latigazo cada cuanto.

No fui alimentado en todo el viaje, vi cuatro atardeceres y el alba cinco veces, el haber soportado tal viaje en el desierto, a pie, atado de manos y sin comida ya sorprendía a estas crueles almas.  A este momento, yo no tenía la capacidad de imaginar lo que me esperaba en Teesap.

Un voto de silencio

¡Matadme! ¡matadme por piedad!, no fueron solamente mis únicas palabras, ¡fueron las últimas durante mucho tiempo!, no puedo recordar cuánto tiempo duró mi voto de silencio, dado mi duelo, yo era un agricultor, sabía mucho de las estaciones, pero, el calendario no era algo que me importara en ese entonces –no más que ahora-, por lo que no puedo decir con exactitud, cuanto tiempo me mantuve en silencio.

Claramente los soldados y superiores estaban ansiosos por ponerme las manos encima, fui introducido como “el asesino que mató a los hombres de Pelusio”, ¡claro! Eso bastó para convertirme en el objeto de todas las torturas para hacerme hablar.

egypt hell torture
egypt hell torture. touregypt.net

Irrompible

Si, fui fuertemente torturado, golpearon con rocas cada uno de los dedos de mis manos y pies. Sé bien que sentía dolor físico, pero no era suficiente para sacarme de mi estado catatónico. Los soldados parecían aburrirse de no poder sacarme un solo lamento o palabra, y me dejaban en paz, atado de pies y manos, sin alimento en un pozo usado para deshacerse de toda la porquería y para prisioneros “especiales”.

¡No!, ¡no mi amigo! Esto no era como esa hermosa celda en la que fui encerrado hace tan solo unos días, esto era un agujero asqueroso, repleto de toda la porquería desechada por los traseros de estos perros. 

Mis manos sanaban con rapidez a pesar de la crueldad de esos golpes, aunque… recuerdo que, a ese momento, mis huesos ya no se rompían, simplemente no podían romperse y créanme, esto los enfurecía aun más.

Recuerdo bien uno de esos días, fui atado en un potro de metal con una extensión para atar los pies, dejando sin soporte las piernas, desde la cadera hasta los tobillos, la intención era romper las piernas con rocas o un buen mazo… golpearon con todas sus fuerzas, lo sé bien, pero, no fueron capaces de romper mis piernas, hasta que eventualmente, se volvió un deporte lleno de apuestas entre estos desgraciados.

Lograban con relativa facilidad dislocar por completo mis rodillas, era doloroso por supuesto, pero, de alguna manera estaba muy sobre el control de la supresión del dolor, era como experimentar en que momento sentir dolor y en qué momentos no. Así que, mi inmortalidad, esta maldición sobre maldición, traía también un nuevo ingrediente, un extraño manejo de lo que puedo o no sentir en términos de dolor.

Los soldados fueron cansándose de mí, con mucha sorpresa por supuesto, ellos no podían entender cómo era posible que un “hombre” lograra resistir tanto. Posiblemente te preguntarás la razón, el motivo por el cual no tomaron la decisión de decapitarme o simplemente atravesarme con una lanza –lo que tampoco hubiese servido- Estos hombres, esperaban la llegada del que sería en términos actuales, el capitán de esta brigada de malditos.

Querían mostrarle a su capitán el gran hallazgo… un “hombre” un agricultor al que era imposible romperle un hueso, ¡y que sin más! unas horas después de sus juegos, estaba completamente sano ¡era una cosa para mostrarle al jefe!  En ese momento me convertí en algo para preservar hasta la llegada del capitán, hombre que pronto, se convertiría en un entrañable amigo.

Mazmorra Egipto
Interior de la mazmorra del Castillo de Montsonís. Wikimedia Commons

El Calabozo

Fui lanzado en un calabozo subterráneo, un tanto menos asqueroso que el agujero en el que había sido  lanzado antes, habían pasado ya muchos días desde mi última comida.  En esta celda estaban encerrados dos tipos, no recuerdo sus nombres ni lo que hicieron para estar ahí, pero sucedió algo que me sorprendería mucho, y a estas alturas ya todo lo nuevo era de esperarse.

El calabozo era bastante grande, los muros eran formaciones naturales de piedra caliza, totalmente carentes de agua, no había ni una alimaña para poder saciar el hambre, y yo, bueno… aún no había probado la carne humana, por lo que estos tipos no eran precisamente un bocadillo para mí en ese entonces y pues, tampoco podía controlar mis “habilidades” como para saber si merecían morir, probablemente no me interesaba en realidad.

Pasaron dos días gritando lo mucho que tenían hambre, mientras yo solamente observaba y pensaba… ¿no tienen idea acaso, que no nos darán de comer ni beber? En algún momento uno de ellos, el menor, se acercó a mí y preguntó con mucho ahínco: ¿tienes hambre? ¡dime! ¿has comido? Y lo negué con la cabeza, no emití palabra. 

Este sujeto susurró con el otro mientras me observaban, ellos no sabían que yo podía escucharlo todo y aunque mi nueva capacidad con los sonidos era confusa, pude distinguir entre los susurros, que intentaban decidir si debían hacer algo para conseguir comida, mencionaban también que no sabían quién era yo y que a lo mejor podría delatarlos. 

Por un momento pensé que planeaban asesinarme y comerme, para ser honesto, no sé si lo pensé o lo deseaba así, sin embargo, los planes eran otros. La discusión no duró mucho y tomaron la decisión de hacerlo. Estaban por hacer algo que jamás olvidaría.

El ritual más extraño

Por asqueroso que pueda sonarte, esto fue lo que sucedió.

Estos sujetos, tomaron un poco de su propia mierda, y pintaron en uno de los muros, una figura que reconocí de inmediato. Mal pintada con mierda, una burda silueta de la diosa Ernutet. Luego de pintarla dijeron entre si… ¡no tardarán mucho! Y sin más, comenzaron a maldecir como solo en mi idioma y en aquellas épocas podía hacerse, maldecían la figura y le lanzaban todo lo que tenían a mano, piedras y más mierda.

Estoy seguro que entenderás mi sorpresa, cuando un soldado egipcio, pocos minutos después, estaba en la celda dándonos de comer y beber sin más explicación. Jamás estuve inmiscuido en asuntos esotéricos o brujerías. Así que, esta anécdota que tengo a bien reglarte, a ti que me lees, te juro que me sorprendió sobremanera, de hecho, marcó aquella parte de mi mente en la que dejo la puerta medio abierta a las cosas para las cuales no tengo ni la menor explicación.   ¡Inolvidable!

La segunda parte de esta transcripción estará lista en aproximadamente una semana.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *