Asesiné a cuatro soldados y uno de los médicos sagrados del templo y su sirviente y cuando no volvieron al templo de Pelusio en un lapso de tiempo prudente, seguramente levantó algún tipo de preocupación o alguna sospecha, digo, es seguro que poco tiempo después del pronóstico de su regreso alguien levantó la alerta.
No sé con exactitud que sucedió antes que llegasen al nomos, solamente puedo intuir, deduzco que enviaron a alguien a averiguar lo que había pasado, a descubrir el paradero del Sunnu. Por la geografía del lugar, seguramente el nomos donde los asesiné a todos, fue el primer lugar en ser revisado y bueno…en ese lugar encontraron a todos muertos, incluyendo al Sunnu quien sería la persona más importante o por la que se iniciaría una cacería de inmediato, ¿Qué más pudiesen haber podido encontrar en aquel lugar?
Todo lo anterior es mera suposición, lo que mis ojos vieron, de lo que puedo dar mi palabra ¡el hecho! El hecho es que un grupo de unos diez soldados llegó al nomos, a mi antiguo hogar. Lo que hacía diferente esta militar visita es que no eran soldados egipcios, estos eran soldados con el uniforme del ejército ptolomaico ¡estos no se movían por asuntos pequeños! ¡Estaban para defender la soberanía y la gloria de Filomáter! ¿Qué pudieron ver que los alertara a tal grado?
La posible amenaza
¡Cierto! Algunas personas quemadas, un nomos por completo arrasado, soldados asesinados y decapitados y un Sunnu con la misma suerte ¿Qué habrá pasado por sus mentes al ver tal desastre? Yo no era un militar, es decir, para aquel entonces jamás había tomado parte en un ejército, pero aún sin esa nada gloriosa ni presumible experiencia, yo hubiese pensado de inmediato en una amenaza para toda la región, una amenaza de índole militar, una invasión seguramente.
Un poco de contexto
Para dar un poco de contexto debo decir que, en aquella época la densidad de la población era muy baja, las ciudades eran compuestas por unos pocos cientos de personas, un pueblo contenía unas pocas decenas en casos grandes. Digo esto porque…¿soldados asesinados?, ¿un sagrado Sunnu del templo decapitado?, ¿todo un pueblo exterminado? ¡Por supuesto que pensaría de inmediato en una amenaza de tipo militar! Y seguramente extranjera para agregarle sabor.
Con un poco más de contexto aún, Anjunnefer, aliado con Meroe y su ejército, habían mantenido bastante tensión en la franja durante algunos años, podría decir que existió cierta división entre el norte y el sur hasta que Comanos logró victoria en esta afrenta pocos años antes de mi nacimiento. Sin embargo, por muchos años más, muchos de sus simpatizantes, aliados y soldados de Meroe continuaban haciendo revueltas por ahí y allá, nada que llamara la atención de Comanos pero…¿un Sunnu muerto? Eso doblegaba cualquier nivel de tolerancia, ¡Seguro!
Digo…esto podría tratarse de un muy violento y agresivo regreso de aquellos días de división, ningún mando del ejército ptolemaico se habría tomado esto a la ligera. Insisto en que todo lo anterior es mera suposición, muy seguramente sucedió tal cual lo relato por ser la manera más lógica en que se habría desenvuelto tal situación.
Mi absolución
Llegaron al nomos luego de revisar las tierras de la familia de mi Tuseth, por supuesto, pensé que me matarían de inmediato, me sentía gravemente culpable, yo sudaba culpa, olía a culpa y obviamente pensaba que cualquiera sabía lo que había hecho. ¿Podría decirte que tenía miedo de ser asesinado? ¡nada más lejos de la realidad! Al ver a esos soldados, sus brillantes espadas de acero (si…ya había acero y muy bueno a diferencia de lo que creas saber) vi un aliciente, sobre esos caballos… viajaba hacia mí la absolución.
Viajaba hacia mí una manera de pagar por mi fechoría y una gloriosa forma de acabar con mi pena. Os juro que sentí paz al saber que moriría a manos de esos soldados, lo deseaba así, mi dolor superaba cualquier otro deseo, quería solamente descansar de mi pena, pero ellos, los soldados, no sabían nada, ellos no podían oler mi culpa, no podían ver lo que había hecho, no tenían manera de saberlo, llegaron solamente explorando, intentando resolver el rompecabezas, midiendo la extensión del “genocidio” y se toparon con una gran sorpresa…un sobreviviente un inmortal maldito, se toparon conmigo.
El olor del miedo
Uno de ellos se detuvo a unos veinte metros de mí, yo seguía recostado en aquella pared de la que no quería moverme, con poco afán volteé a verlo y por primera vez en mi vida y en alto contraste con el olor a muerte que cubría todo el nomos, en medio de esa horrible pestilencia que me recordaba instante a instante mi perdida, vino a mí un olor muy extraño, un olor que no sé describir, porque es más que un olor, es un aroma que además de estar dentro de la nariz, se puede percibir como una sensación en la piel, una leve presión en la frente, el reflejo de un sentimiento ajeno, si…definitivamente, ¡difícil de describir! aunque a partir de esa fecha lo sentiría con frecuencia.
Eso que pude oler a la distancia, ese tan extraño aroma era el olor del miedo, ¿Cómo podría saber que me volvería adicto a él? No tardé mucho en saber de qué trataba aquel aroma, ¡es que es tan complejo que el mismo se hace explicar! Entendí en instantes de que se trataba un olor nuevo, una de esas inolvidables primeras experiencias de mi vida.
¿Nunca había estado con una persona que tuviese miedo? ¡claro que sí! Y es por eso y muchas otras cosas que considero aquella peste, aquel virus, como el catalizador de mi inmortalidad. Jamás sentí antes ese olor, jamás antes fui tan hábil en lucha, al darme cuenta de aquello tomé conciencia de más cambios. Mi visión era más que perfecta, ¡mi olfato! Es que parecía que podía saberlo todo de aquellos soldados solamente con el aroma, el aroma de cada uno de ellos impregnaba el aire, sus caballos, todo era fortísimo, abrumante.
¡Sí enfermé!
Todo el tiempo dije que yo fui el único que no enfermó con la peste…yo Azza el inmortal, sí enfermé, si fui contagiado por ese virus maldito y algo más en mi ADN en conjunto con el mapeo genético que fue provisto por la enfermedad y demás alteraciones genéticas, yo me volví inmortal, mis sentidos, todos ellos incluyendo mi instinto se agudizaron a niveles que apenas y podía soportar. Cuando tomé consciencia de todo aquello, fue como estar dentro de un enjambre ¡con toda esa información viajando por el aire hasta mis sentidos! No sabría darle una descripción a aquel despertar, era como nacer otra vez, potenciado… !glorioso y maldito!
Nace un inmortal
Una nueva persona estaba despertando, los estímulos causados por los soldados aumentaban los contrastes de tantos sentidos intentando ser entendidos en mi mente, era imposible simplemente. Sé que el soldado que se acercó a mí, hablaba, intentaba decirme algo, pero yo no podía entenderle, no había claridad en el sonido de su voz, había mucho ruido solamente, un abrumador ruido y sinceramente, tampoco me interesaba entenderle.
No sé cuántas sacudidas y golpes les tomó hacerme reaccionar, pero de pronto tomé consciencia, al fin logré escuchar la palabra: ¡despierta!, ¡despierta! Por fin lograba un poco de coherencia en medio de ese torbellino de sensaciones. ¡Mátame!, por favor hazlo…recuerdo perfectamente haber enunciado aquellas palabras. Levántate de ahí, vendrás con nosotros dijo entonces aquel soldado y así lo hice en efecto, pero…eso será otra historia.
Uno de muy pocos inmortales había nacido, yo Azza, apenas tomaba conciencia de quien era ahora, de mis capacidades, no tenía idea de que me era imposible morir, no lo sabía aún, pues, ahora que lo escribo y cuando lo he relatado en alguna otra ocasión hay un contexto grande que hace que todo parezca tan claro pero, yo en ese entonces, hace tantísimos años, no tenía la menor idea de lo que sucedía, yo solamente seguía pensando que era muy fuerte y que aquellas malas experiencias me habían hecho más fuerte…es gracioso lo iluso e ignorante que era, era todo un adulto pero mi recuerdo es el de un pequeño que recién abría los ojos.
Capturado por una pequeña brigada de soldados, así iniciaba mi inmortal vida, un preso maltratado, fuerte y poderoso pero cansado y harto, harto de todo, iniciaba mi vida con la misma descripción de mis sentimientos actuales ¿curioso no? Solamente deseaba estar siendo conducido a mi muerte, que lejos estaba mi deseo de lo que estaba preparado para mi vida. No siempre tenemos lo que queremos, es inevitable, solo ruega, suplica, jamás traspasar la línea de la mortalidad.