Es probable que se deba a un efecto explicable por la física moderna o la mera percepción, o por la calidad de vida, la lentitud, la vida que se respiraba, sin prisa, la vida no era una carrera como lo es ahora, una carrera para ser mejor y tener más que tu prójimo…¿y todo para qué?, ¿aplausos?, ¿ego?, me causa gracia ver como desperdician sus vidas, viviendo como si tuvieran mucho tiempo, viviendo como si jamás fuesen a envejecer, viviendo como si jamás fuesen a morir…viviendo como si fueran como yo.
¿Realmente crees que luchas por un mejor estilo de vida? Una respuesta afirmativa sería un chiste, ¡muérdete la lengua y piensa, doblega tu corazón y piensa! Usa tu mente, usa todos tus sentidos, date el placer de sentir la brisa en tu piel, el aire colmando tus pulmones…¡siente!, ¡detente un maldito minuto y siente! Siente tu sangre, siente los latidos de tu corazón, siéntelos, con sinceridad, siéntelos. Ese trabajo que acaba con tu tiempo, esa pareja que resta paz a tu vida, ese anhelo vacío…¡no valen nada! ¡deja de vivir como si fueses Yo!
¡Tú no eres inmortal! Tú no eres como yo. Mujer o caballero que me lees, tú no eres como yo. Cuando naciste, no había nada seguro, no se podía asegurar absolutamente nada de tu futuro, ¿Serías exitoso?, ¿Encontrarías al amor de tu vida?, ¿Tendrás salud?, nada era seguro y de hecho ahora luchas por asegurar y realizar las cosas más vanas que pasaron por tu mente, acabas tu vida viviendo como si fueses yo y no lo eres. Cuando naciste no se podía asegurar absolutamente nada de tu futuro excepto una sola cosa, solamente una cosa tenías asegurada desde el día en que naciste, asegurada con un absoluto sello de veracidad e infalible certeza… sabrás de que hablo, hablo de tu muerte, la única cosa segura desde que naciste.
En fin, inicié escribiendo sobre la lentitud del tiempo en la era en que nací, la expectativa de vida era muy baja, muy pocas personas llegaban a los cincuenta años, la mayoría moría antes de los cuarenta, en mi juventud, tú que tienes treinta…estabas cerca de tu muerte. Teníamos guerras y sumado a eso, yo nací en el tiempo del imperio de Ptolomeo…¡Vaya novela! Pestes y enfermedades, supongo que era la principal causa de muerte, curiosamente no lo sabíamos, digo, no sabíamos que vivíamos muy poco tiempo, era normal, pero los días eran largos, hermosos y llenos de todo. Nuestro éxito como seres vivientes era que cada día fuese fabuloso en todo sentido, al fin y al cabo, solo teníamos unos trece mil días de vida…probablemente eso es lo que necesita el mundo ahora, menos tiempo y más calidad.
Piénsalo un momento, date la oportunidad de ser verdadero contigo mismo, deja de engañarte como engañas al resto de personas y piensa: ¿Qué harías?, ¿Cómo vivirías tu vida si solo tuvieses treinta años?, ¿Estarías sentado en la silla de ese escritorio, en esa asfixiante oficina?, seguramente no, seguramente tendrías una mochila en tu espalda y estarías caminado desde el polo norte hasta el polo sur, en cualquier continente, haciendo lo que viniste hacer, viviendo, desde el alba hasta el atardecer, amando con todas tus fuerzas, sin enredos, sin confabulaciones engañosas, sin estrategias, solamente viviendo.
Mientras escribo esto, me doy cuenta de lo irónico que es, en como pasé de vivir esos hermosos días, mientras vivía con el tiempo acechándome, a esta era que no tiene otro nombre para mí que la era podrida y quiero que entiendas bien mi posición pues no vivo en una carrera, soy inmortal y vivo sin el tiempo, pero sin dudas, el tiempo se ha acelerado, corre, los días pasan sin dejar huella, los días pasan muy rápido y he aquí la ironía: Soy yo quien tiene tiempo de sobra, soy yo el inmortal y soy yo quien se preocupa y entristece por ver el tiempo correr de tal manera y más aún, ver como tú malgastas tu más preciado recurso, en lo más vano y estúpido que pasó por tu mente.
¿Qué te sucede, estás sufriendo por esa mujer? Yo no le regalaría un solo día más de mi vida a alguien que se fue porque cree haber encontrado algo mejor, es lo mismo para ti mujer, mujer que me lees, no le regales un día más de tu vida a ese hombre que acaba con tu paz. ¡Paz! Era un tesoro de mi época, nadie nos bombardeó nunca con “debes ser feliz”, el sermón era de paz. La felicidad de la que tanto hablan hoy no logro comprenderla, no entiendo de que se trata, pareciera que una mejor casa y un mejor coche te darán felicidad… ¿te das cuenta de la estupidez? Yo creo que el chiste se cuenta solo.
No he dado un consejo en los anteriores escritos, pero lo haré hoy, estas palabras las escribo para ti que me lees, nada es casual mas todo es causal y vivan como tal, vivan conscientes de que, si bien les va, están a la mitad de su vida, cobren fuerzas y hagan lo que les traerá paz. Dicen por ahí que la sociedad te quita el poder, ¡cuanta verdad! ¿no será que ese coche nuevo que quieres y por el que tanto trabajas es para impresionar a la sociedad?, el chiste se cuenta solo ¿no? Mi consejo simple…ten paz, lucha única y exclusivamente por tu paz, olvida la felicidad, olvida toda la propaganda, Paz, Paz, la Paz es la clave, la llave de tu vida, créeme, sé de lo que hablo.
Lamento decepcionarlos, se supone que escribiría dándole continuidad a la historia de mis primeros años, incluso quería esta vez, escribir un poco de mi teoría del origen de mi condición y lo haré en la próxima entrada si dejo de divagar tanto, pero tal vez fueron un par de situaciones que observé en las vísperas de Halloween y el día mismo lo que me hizo pensar nuevamente en esto. Escribí lo que mi corazón dijo que era necesario que leyeras y si estás leyendo esto no es casualidad, eso no existe, estás leyendo esto como parte de un propósito firme, bien definido…deja de vivir como yo, no lo eres.