Recuerdo que yo me comportaba como los leopardos, caminaba en cuatro patas, jugaba con ellos de una manera muy natural. Era extraño, me sentía muy cómodo, y aunque no podíamos comunicarnos con palabras, estoy seguro que mi manada y yo, nos entendíamos a la perfección. Una mordida, un roce, o un rasguño de vez en cuando, no afectó mi amistad con aquellos, más bien la fortaleció en niveles que van más allá de la mente. ¿Cómo explicar que me sentía en familia?
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De inmediato fuimos sacados de la celda, con rumbo a un castigo peor de lo que yo ya había sufrido, aunque, más que un castigo, se trataba de una segura ejecución. Más que sentirme atemorizado, yo esperaba que esta vez sí pudieran matarme, pero a estas alturas estaba muy dudoso de que pudiesen encontrar una manera de hacerlo. Hasta ese momento, yo aún no me reconocía como un inmortal, solamente seguía pensando en mí como alguien muy fuerte al que le estaban pasando cosas raras, físicamente hablando.
Leave a CommentEstaba seguro de una cosa, odiaba el olor de las personas, no soportaba el olor de ninguno de ellos, aún estuviesen limpios, siguen esparciendo feromonas y el propio olor de sus carnes, sus entrañas sumado a otras formas en que percibo el mundo…es simplemente asqueroso, y aunque adaptado a todas estas percepciones, lo digo en tiempo presente, ¡es asqueroso!
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